La vida actual va muy rápido. Todo son prisas, carreras por llegar no se sabe bien dónde.
Dentro de nuestra mente ocurre algo parecido; si nos paramos a observar su contenido, vemos que está formada por una sucesión de recuerdos, emociones, proyecciones, opiniones, etc., enlazados sin pausa: nuestra atención salta automáticamente de uno a otro, como un mono de rama en rama, mientras asumimos ese ruido interno, ese constante trajín mental, como algo inevitable.
Y cuando buscamos un botón de stop... ¡ups!, resulta que no tenemos ninguno.
Entonces es común que sintamos estrés, insatisfacción, miedo, ansiedad, o tal vez sensación de desconexión.
Llegados a este punto, aprender mindfulness nos puede ayudar, y mucho.
El mindfulness consiste en prestar atención, de forma amable, a aquello que ocurre dentro de tí y también a tu alrededor, lo cual nos permite ver la realidad con mayor claridad.
Es una capacidad que tod@s poseemos, pero que solo se desarrolla al entrenarla.
Te centra en el momento presente, en lo que hay, en lo que es.
Te enseña a enfocar la atención, ya que ésta, igual que un músculo, solo crece y se desarrolla al ser ejercitada
Te permite dejar de reaccionar automáticamente para pasar a actuar de una manera consciente, creando así la opción de poder escoger, otorgándote libertad.
Te invita a observar tanto la realidad como los contenidos de la mente desde una mirada libre de críticas, juicios, o interpretaciones subjetivas; de esta manera, cuando surgen pensamientos y emociones, podemos clasificarlos como lo que son, y no confundirlos con la realidad.
Solo se necesita una silla, o si lo prefieres, un cojín de meditación. La espalda erguida, los ojos cerrados y las indicaciones van facilitando que la mente se calme; mientras tanto, vuelves una y otra vez a llevar la atención allí donde quieres (y no donde ella te lleva).
¡Ni mucho menos! Es una práctica meditativa común en la mayoría de las tradiciones, que tiene más de tres mil años de antigüedad. Sus orígenes se remontan principalmente al budismo, pero está libre de cualquier sesgo religioso, y adaptado completamente al mundo occidental.
Principalmente porque en los últimos años se han producido un gran desarrollo en el campo de la neurociencia; gracias a ella, se han podido demostrar científicamente los efectos positivos de la meditación y el mindfulness en el cerebro, tales como la mejora de la memoria, mayor capacidad de concentración, reducción de los efectos del estrés y la ansiedad, mayor empatía, etc.
Personalmente, creo que hacen una gran labor, ya que acercan la meditación a todo tipo de personas y ayudan a quitar los prejuicios que aún alguna gente tiene sobre este tema. También creo que, una vez has incluido la práctica de mindfulness en tu vida cotidiana, es una manera estupenda de mantenerla.
Sin embargo, si lo que quieres es aprender y avanzar, me temo que no son suficiente ya que durante el proceso de aprendizaje lo natural es que surjan dudas, y por tanto veo imprescindible tener un feedback, saber si vas bien, sentirte acompañad@.
¿Tienes más dudas?
Pues no te lo pienses, mándame un correo directamente DESDE AQUÍ.
O si lo prefieres, contáctame por teléfono: 645 148 188
¡Te invito a seguirme en Instagram! Me encontrarás como @espacioentrenubes